sábado, 14 de enero de 2012

ANTES QUE EL DIABLO LO SEPA

Unos minutos en el cielo


Sí hay salvación, es apenas transitoria. Después, la condena se presenta bajo la forma de la eternidad infernal. O de la repetición. En “Antes que el diablo sepa que has muerto” (Lumet, 2007), la línea temporal debe ser quebrada porque nada de lo que ocurre en un tiempo puede sustentarse sin la apoyatura del otro. El recurso de la sospecha, aunque el caso esté resuelto desde el inicio, la pluralidad de relatos alrededor de lo mismo y las estrategias del policial negro van desplazando el cuerpo asesinado de la madre en los del marido e hijos a través de crímenes imperceptibles que hacen implosionar los tiempos y confundir víctimas con victimarios. Hay un destino que se escribe en algún momento de la historia familiar del que será inútil escapar, que fijará en una potencialidad a sus protagonistas, convirtiéndolos en artífices tanto de la continuidad como de la destrucción. La supresión sucesiva de una generación en manos de la otra en un intento por resolver el conflicto, el parricidio inicial y el filicidio final, implica apenas una suspensión de esta catástrofe. Pero ni la deuda paterna ni la culpa filial, o viceversa, encuentran conciliación alguna: los sobrevivientes permanecen como recordatorio de aquella escritura indeleble que inscripta en sus cuerpos volverá una y otra vez a detonar en cualquiera de las puntas que quedan sueltas en el relato. Auténticas mechas a la espera de que el diablo se de cuenta que están muertos. O peor aún, que siguen vivos.