miércoles, 25 de abril de 2012

SABADO A LA NOCHE EN LA FERIA DEL LIBRO

Afuera
Hace frío en la boletería y la cola avanza despacio. Adentro, una cúpula electrónica, cubierta de fotos, recibe al visitante. Hay gente aunque no demasiada, los pasillos se ensanchan un poco más cada año. La novedad: mucho merchadising, llaveros, lapiceras, remeras, posters. Parece oportuno, los libros están caros. Mi hijo me llama al celular y tengo un deja vu: quiere que le compre Las venas abiertas de América Latina. Formo fila en Siglo XXI, afortunadamente no me pidió que le reserve un sitio para la conferencia de Galeano, donde una multitud aguarda paciente. En Waldhuter hay títulos interesantes pero los precios resultan excesivos (casi 300 pesos por un libro de Mumford que ya lo tengo en partes). La vigilancia en la periferia de los stands mira fijo, por las dudas. Me quedo con Contra Sainte-Beuve de Proust, de Losada, en edición económica con una hermosa foto del autor en la tapa. El vendedor, amable, nos pregunta si la estamos pasando bien. Otra multitud se agolpa en Planeta, una chica, de esos programas de chimentos, se saca fotos con los admiradores, me dicen el nombre pero no la ubico. La gente se desespera, rubísima, sonrisa tipo Colgate, es lo más convocante de la noche. Ella y Galeano. Iba a preguntar si también lanza algún libro pero me gana el aburrimiento. Grandes fotos de autores presiden los locales más ostentosos, no conozco a casi nadie, salvo a los que murieron hace por lo menos 30 o 40 años atrás. No tengo idea de quiénes darán conferencias, de los actos o las presentaciones, ni de ese día ni del resto de la feria. Me siento afuera como cuando hay un Mundial de futbol: no sé quiénes juegan, me confundo las camisetas, todavía no entendí la ley del offside y lo que es peor aún, la mirada reprobadora de los otros frente a un evento que reúne a todo el planeta, con acuerdo tácito de credibilidad entre las partes como para que la pasión funcione. Afuera, como ahora: el viento frío de Plaza Italia nos pega fuerte en la cara.

domingo, 22 de abril de 2012

ESOS ETERNOS INACTUALES

Aspirar a un lector futuro, receptivo, es suponer que esta actualidad empobrecida y sobre todo empobrecedora de cuanto se le pone al alcance también entrará en el pasado. Que el devastador proceso contra el pensamiento es reversible, que encontrará, como todo, su límite, ya sea por hartazgo o tan solo porque nada puede durar eternamente. El problema no es predecir, como futurólogos amateurs, si el libro en papel sobrevivirá y en qué condiciones. Tampoco, por intereses económicos de las grandes empresas informáticas, decretar su defunción (por lo general, cuando se insiste en vaticinar los funerales de algo es porque eso aún amenaza con una larga sobrevida). El problema radica en qué posibilidades tiene un autor de producir y difundir su obra cuando ella no está amparada por los recaudos de la taquilla o de los dogmas. Pero también, qué posibilidades tendrían el pensamiento y el arte de ser, o seguir siendo, actividades lucrativas. O dicho de otra forma, cuanto más se ubiquen en el papel de pura mercancía, más cerca también estarán de perder valor de mercado y circular libremente. Y habría, al fin de cuentas, que reflexionar si este confín del pensamiento como bien tasable no sería una instancia productora de nuevas posibilidades. La actualidad no predispone a la producción de conocimientos. Sin embargo, constituye un desafío para imaginar nuevas formas de desmantelar esas estructuras que domestican las subjetividades y que convierten al creador en el asalariado de turno, el escribiente de éxito asegurado y chatura garantizada, más allá si la tinta es digital o impresa. Andar por senderos marginales, esquivar las luces que alimentan cajas que siempre permanecen en sombras, no estar a tono con la época, son también maneras de construir esos futuros lectores. Para ellos, esta entrega de Contratiempo que reúne una selección de valiosos ensayos sobre esos  autores eternamente inactuales.

A REVISTA CONTRATIEMPO / ABRIL 2012
http://www.revistacontratiempo.com.ar/