lunes, 25 de junio de 2012

PARAGUAY / ENTRE LUGO Y FRANCO





















FOTO: DIARIO ULTIMA HORA (PLAZA DE LOS CONGRESOS / 22 de junio de 2012)


Bailando con los más feos

La teoría política suele toparse con duros escollos y resultar ineficaz para comprender una determinada coyuntura. Poderosos muros, con fundaciones ancestrales, pueden erigirse de golpe, torciendo el rumbo de la historia. Los gobiernos responsables de una masacre,  o son dictatoriales o tienen escaso futuro.  La política, las instituciones, la vida cotidiana, y todos los modos de representación entran en crisis frente a la liquidación intempestiva de vidas en manos del Estado. Como un furibundo cross a la mandíbula, un crimen de esas características advierte del fracaso y la inutilidad de toda producción o saber cultural. En Paraguay, la relación entre la geografía, el espacio y la práctica política está entretejida por fuerzas subterráneas que fluyen indóciles y articulan tanto la consciencia trágica heredada de la historia como la comunión entre el hombre y la tierra. Una cosmogonía, fundada y sostenida por el guaraní, muy diferente al saber occidental aunque no necesariamente opuesta. El coloradismo nació, o por lo menos prendió, con esa certeza y esa certeza es la que lo mantuvo y lo mantendrá seguramente en el poder durante mucho tiempo. La matanza de campesinos –aquí no hay discriminación: el asesinato de policías no es menor pero definitivamente no comparten la misma carga simbólica- en un país esencialmente campesino como Paraguay resulta intolerable. Todo poder fascista que opera en Paraguay lo sabe. No hay argumento posible que resista a ese dispositivo murario que con extrema facilidad suele transformarse en paredón y sepultura. Favorecer su construcción, ubicarlo justo en el centro de la escena, es la mejor estrategia para lograr de manera pasiva la obtención de sus fines.  El asesinato de campesinos en Curuguaty quebranta, desde las entrañas del poder legal, esa relación íntima que al fin y al cabo es lo único que configura a más de la mitad de la población paraguaya. Y que actúa sobre el resto como una forma de memoria colectiva, incluso en aquellos habitantes de las metrópolis, globalizados, informados y con una educación democrática mucho más significativa que el habitante rural. A partir de allí, lo demás se convierte en pura circunstancia: las fuerzas ilegales que operan en la zona, el empresariado terrateniente y apropiador de épocas pasadas, las reiteradas invasiones de los sin tierra en busca de resarcimiento histórico, la arbitrariedad del escaso tiempo otorgado a Lugo para defenderse, el posible aislamiento del país por parte de los otros países de la región, incluso, la democracia misma y el oportunismo alevoso caen, temporariamente, en un segundo plano. Franco lo dejó muy en claro tanto en su entrada triunfal al Congreso –sonreía como si hubiera ganado una elección-como después en su discurso: habría Reforma Agraria, lo expresó en castellano y en guaraní. En Paraguay la historia nunca entra en la historia, el tiempo es un presente continuo que a lo sumo, se alimenta de eternas repeticiones. 

domingo, 17 de junio de 2012

¿QUÉ PASÓ EN CURUGUATY?

FOTO: DIARIO ABC Color (Paraguay)

¿QUÉ PASÓ EN CURUGUATY?

Condenamos la violencia y la masacre del 15 de junio. Reclamamos el esclarecimiento de los hechos, el fin de la impunidad, de los siniestros latifundios, de la apropiación empresarial de las tierras, de la corrupción que mata. Exigimos algo más que destituciones.
Exigimos que nos digan qué pasó realmente en Curuguaty

Además de la pobreza extrema, la precariedad laboral, las inclemencias del clima y de la geografía de montes y esteros, la desnutrición y la ignorancia, el norte del Paraguay se halla asolado, desde tiempo inmemorial, por bandas criminales, y más recientemente por guerrillas rurales y ahora por militares. Frente a la cada vez más floreciente zona central, el norte parece condenado a un destierro eterno, una suerte de excomunión en el propio territorio donde más que habitar se vagabundea o se sobrevive, al azar de los bandoleros de turno. Una forma de extranjería de la que nadie se hace cargo, ni la dictadura del pasado ni las democracias actuales, como si fuera una situación natural, una suerte de maldición bíblica heredada a través de los siglos y estigmatizada, encima, por el carácter de zona de paso hacia el Brasil. O, en el peor de los casos, como escenario recordatorio de la gran derrota final de la guerra del 70.
(Fragmento de Crónicas Paraguayas: el norte)



ENLACES RELACIONADOS:

Paraguay: la infancia de los otros
Los mapas mudos

domingo, 10 de junio de 2012

ACTUALIDAD / ENTRE LA REALIDAD Y LAS FICCIONES



El paraíso y el apocalipsis

La tediosa ofensiva de los grandes medios de comunicación sobre cada gesto del gobierno confirma lo que ya todos (ellos) temían pero que jamás se atrevían a confesar en público: el pobre poder de fuego que conservan para construir la realidad. Era previsible que se avecinaran tiempos mediáticos violentos, era previsible el recurso del recuerdo emotivo como arma de combate: el retumbar de las escuálidas cacerolas de principios de junio retrotrae a épocas nefastas y pretende instalarse en el inconsciente de esa población que todavía mira de lejos la furia ambigua de los manifestantes. Era previsible también la manipulación informativa, la edición interesada, el ocultamiento, la noticia devenida espectáculo para capturar atenciones cada vez más esquivas, el periodista-humorista hablando de trivialidades como si fueran cuestiones de estado, frente a reídores provenientes, seguramente, de costosos establecimientos educativos –así como el gobierno posee sus propios aplaudidores. Y claro está, la capitalización, siempre la capitalización -al fin de cuentas estamos hablando de cuestiones empresariales- de los errores de uno en beneficio del otro. Lo que ya no resulta controlable es esa realidad que se emancipa de discursos domesticadores y estalla como una granada en medio de tanta bala de fogueo. Un tren estrellado en pleno Once, 51 muertos de golpe, hospitales psiquiátricos abandonados a la mano de Dios, universidades desmanteladas –y no precisamente por jubilaciones anticipadas sino por negligencia intencional, amiguismos y clientelismos académicos, al mejor estilo empresarial-, edificios que arden en las llamas del desinterés en zonas siempre olvidadas, precariedad habitacional que raya la indigencia y la miseria y otros crímenes imperceptibles por su poca redituabilidad. Todo en medio de una población que no cacerolea, que descree de los manipuladores a sueldo y en serie, de un lado y de otro, y que tampoco se encuentra reflejada en lado alguno. Mucho menos en esa omnipresente burbuja mediática que inventa un mundo donde la política, la verdadera política, brilla por su ausencia.

(FOTO: MARÍA IRUSTA)