jueves, 25 de octubre de 2012

CINE / MAMUT

Peligro de extinción


Más allá del destino individual, los hijos permiten a los padres morirse tranquilos. En principio, porque con ellos hicieron lo único importante para la especie: preservarla. Los niños de Mamut, el film de Lukas Moodysson, dan testimonio de esta urgencia temporal redimensionando el universo de propios y extraños en una continuidad indiferente a las formas aparentemente desconectadas. La cámara, ubicada con frecuencia en el margen y esquiva a los planos abiertos, devela que el objetivo principal no es la cuestión social o humana de los personajes, y sus obvias situaciones especulares, sino la integración de los fragmentos en esa totalidad ausente. Tal vez, como los mismos mamuts, nuestros huesos desenterrados sirvan en el futuro para fabricar bolígrafos; tal vez nos extingamos porque olvidamos que el sentido del presente también se escribe en el futuro. Sin continuidad, o lo que es lo mismo, sin posibilidades de transmitir el legado, lo único que queda, aquí, en Nueva York, en Bangkok o en una remota aldea filipina, es la desesperante trivialidad camuflada de artificios civilizatorios. Gloria, la niñera filipina, y Ellen, la prestigiosa cirujana neoyorquina (y de alguna manera también la prostituta tailandesa), toman consciencia de ello a través de la catástrofe: los cuerpos violentados de los niños reubican las cosas en su lugar. Por lo menos, provisoriamente.