viernes, 8 de febrero de 2013

POSTALES DE PRAGA (1)

Secretos, memoria y olvido

Yo lo hablaba antes, pero ahora …. –piensa, no encuentra las palabras- es como si se hubiera quedado abajo, en el fondo de la memoria, y todo lo que vino después lo cubrió –agrega, en una mezcla difícil de idiomas y gestos. La mujer, dueña de un negocio de libros en Malá Strana y de confesos 90 años, trata de explicarnos qué le pasa con nuestro idioma, que en algún tiempo tuvo que aprender por un marido que vivió en varios países de Sudamérica. El local queda a pasos del Museo de Kafka. Son como capas, insiste. Como la misma Praga, pienso. Que exhibe sus eras, estilos y periodos pero que también oculta entre sus pliegos el preciado secreto de una exuberante vitalidad. Ningún museo urbano. Muros románicos, catedrales góticas, palacios renacentistas, el infaltable clasicismo francés, el nouveau liderado por Mucha y algunas  excentricidades posmodernas se funden a las hordas de jóvenes estudiantes -están por todos lados y, nos cuentan, durante todo el año-, que la recorren como si intentaran extraerle alguna confesión del pasado. Praga es la prueba ontológica que otras ciudades se encargaron de destruir a fuerza de intervenciones desaforadas. O de catástrofes reiteradas. El costo lo paga ahora con estas ininterrumpidas invasiones modernas que la vuelven una ciudad de extranjeros eternos.  En inglés solamente, piden con fastidio y resignación tanto los improvisados guías de turismo como los vendedores. Se les nota el estrés de afrontar esa pluralidad lingüística las 24 horas del día.  La vendedora de la tienda, sin embargo, nos despide con un abrazo. Hay tristeza en los ojos mezclada con cierta jovialidad, un brillo extraño que otra vez abre la puerta y la cierra de golpe. Nos desea una vida feliz, “No Kafka”, agrega con una sonrisa. La nieve empieza a cubrir los callejones medievales, los que, a fuerza de extravíos, obligan a prestar atención. Para no pasar de largo.
 






 
PRAGA / FOTOS: ZENDA LIENDIVIT (Febrero 2013)