lunes, 28 de abril de 2014

EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA / LO QUE NO VEMOS MORIR

Lo que no vemos morir
Alguien me desordena involuntariamente la biblioteca y lo encuentro. Tapas cubiertas, sepias, intactas, 1941, Ediciones Conducta, reza la portada interior. 1957 y firma manuscrita, en tinta azul, agrega un efímero propietario, ese acto tan íntimo pero a la vez tan político de marcar el libro adquirido (mi firma vendrá después): huellas del autor y del lector que las ratifica. "Lo que no vemos morir", Ezequiel Martínez Estrada. Y hay más: “Por primera vez en Buenos Aires, a los 29 días del mes de mayo de mil novecientos cuarenta y uno, este drama fue representado por el Teatro del Pueblo, cuyos actores son como sigue….”, informa la segunda página, detrás de esa primera que suele quedar en blanco, estrategias del editor para crear suspenso. Un drama en tres actos, demoledores como la escritura de Martínez Estrada: nos quedamos naufragando como sus personajes, aferrados a la última tabla, negándonos a la muerte y a la vez, siendo testigos y artífices de ella. Como esas entidades que, según Lyotard, todavía viven cuando tendrían que estar muertas. Como Martínez Estrada, como todos los libros malditos y maldecidos de sus respectivas épocas.