jueves, 17 de diciembre de 2015

NOTAS SOBRE EL PRESENTE / ¿QUÉ HACÍAS CUANDO SE FUE LA LUZ?


¿Qué hacías cuando se fue la luz? 
Hay que hacer memoria, sin ella la repetición se vuelve condena y destino: en estos últimos años hubo demasiada distracción interesada en cuanto al poder de los medios de comunicación, específicamente de las grandes corporaciones. Esta alianza que hoy ocupa el gobierno y que genera tanto absurdo desconcierto, venía gestándose de mucho tiempo atrás. A la seducción de aparecer en los grandes diarios y canales, con todos los réditos incluidos, o al temor de futuras excomuniones, o peor aún, a supeditar la existencia a esos reflectores, se resistieron pocos. Hay que hacer memoria y reflexionar por qué estamos donde estamos.sin esquivar responsabilidades. Nada ocurrió de golpe.

Esta fue la Nota de Tapa N° 83 de Revista Contratiempo de mayo de 2011:

SALARIO VITAL, SINIESTRO Y MÓVIL

La cuestión de la independencia tanto en los medios de comunicación como en los centros de producción de ideas es fundamental en la vida cultural de un país, así sea en un periódico o en una universidad pública. Si dos asalariados se encuentran a discutir, y a defender a sus patrones que están en bandos opuestos, nada muy inteligente saldrá de allí. La escena cultural argentina está poblada de estos seudo debates donde la trivialidad, la ligereza, el eslogan y el poco rigor priman por necesidad, digamos, por cuestiones de supervivencia y fidelidad. Estas contiendas supuestamente plurales, supuestamente democráticas, enturbian adrede las posibilidades liberadoras del pensamiento porque se enuncian desde lugares donde se espera un producto diferente al lugar común o al palabrerío. Representan una forma de traición solapada, una pedagogía de la dependencia que tan bien analizó Martínez Estrada en su propia época. Nada se puede esperar de intelectuales o comunicadores comprometidos con los poderes de turno, no importan los lauros con los que se llegue o los largos currículum que se ostente (que dicho sea de paso, también deberían revalidarse de vez en cuando). Salvo algún ring tone popularizado en cuestión de minutos o una catarata de caracteres que se destruirá enseguida. O la sensación de que la indigencia cultural avanza, con sus fervientes predicadores, como el mismo desierto y sin ningún oasis a la vista.